En Colombia se constata la sentencia del escritor David Grossman para quien “el dolor es más fuerte que la ira”. El sabe de qué habla. Un misil en el sur del Líbano mató a su hijo de veinte años. Clara Rojas, secuestrada durante siete años por los guerrilleros de las FARC, embarazada en la selva, separada de su hijo, es otra convencida militante del perdón y la reconciliación. Lo mismo que el periodista y escritor Héctor Abad Faciolince, al que los paramilitares le mataron al padre en Medellín. Era un médico defensor de los derechos humanos; en su bolsillo, su hijo encontró un poema de Borges, “Ya somos el olvido que seremos”, el título del libro con el que narró el crimen de su padre y con el que justifica el perdón: “escribir del asesinato a un hombre bueno me curó de la necesidad de aspirar a una cárcel para los asesinos”.
En Colombia se constata la sentencia del escritor David Grossman para quien “el dolor es más fuerte que la ira”. El sabe de qué habla. Un misil en el sur del Líbano mató a su hijo de veinte años. Clara Rojas, secuestrada durante siete años por los guerrilleros de las FARC, embarazada en la selva, separada de su hijo, es otra convencida militante del perdón y la reconciliación. Lo mismo que el periodista y escritor Héctor Abad Faciolince, al que los paramilitares le mataron al padre en Medellín. Era un médico defensor de los derechos humanos; en su bolsillo, su hijo encontró un poema de Borges, “Ya somos el olvido que seremos”, el título del libro con el que narró el crimen de su padre y con el que justifica el perdón: “escribir del asesinato a un hombre bueno me curó de la necesidad de aspirar a una cárcel para los asesinos”.
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